El laboratorio, adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales, desarrolla investigaciones e iniciativas centradas en la sostenibilidad alimentaria del país.

 

Crean el Laboratorio de Etnoecología y Paleoambientes Humanos en el Recinto de Río Piedras de la UPREn respuesta a los crecientes desafíos que plantea el cambio climático a la seguridad alimentaria, el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) creó –durante este semestre– el Laboratorio de Etnoecología y Paleoambientes Humanos.

El laboratorio –adscrito al Centro de Investigaciones Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales– es dirigido por el doctor Jaime R. Pagán Jiménez.

El objetivo del laboratorio consiste en estudiar cómo –desde el pasado remoto– las comunidades se han relacionado con los diferentes ambientes en el Caribe a fin de identificar cómo se produjeron las realidades ambientales actuales y cómo pueden generarse soluciones que ayuden a visualizar futuros alimentarios sostenibles acoplados a la realidad de la isla.

Acorde con el profesor Pagán Jiménez, el laboratorio representa una oportunidad para vincular diversas disciplinas y abordar –de manera integrada– temas de investigación que respondan a las necesidades alimentarias del país. Por lo cual, se espera que –a través del laboratorio– se generen colaboraciones entre expertos de agronomía, historia, sociología, biología, química, arqueología, antropología, así como integrantes de la comunidad y poseedores de conocimientos populares-tradicionales. “El mundo humano es complejo y no lo podemos entender desde una sola óptica”, enfatizó Pagán Jiménez.

doctor Jaime Pagán Jiménez

Dr. Jaime Pagán Jiménez

Actualmente, el laboratorio cuenta con tres proyectos investigativos en desarrollo. El primero consta en la reintroducción de una variación de maíz caribeño a los sistemas agrícolas de Puerto Rico. A través de este estudio, se busca rescatar una variante de maíz que había desaparecido de la región hace cerca de 150 años, cuyas semillas aún eran conservadas por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en México. Asimismo, se pretende compartir las semillas entre agricultores y colaboradores a fin de retomar su producción y consumo en el país. “Esto es un maíz de los mejores adaptados al Caribe, pues es un maíz que se produce bien rápido. En 60 días ya está la mazorca saliendo y en menos de 90 días ya te lo puedes comer tierno”, explicó Pagán Jiménez.

La segunda iniciativa del laboratorio consiste en un proyecto autoetnográfico para recolectar el conocimiento agrícola tradicional de Puerto Rico. De manera específica, el laboratorio está preparando una guía de entrevistas que se realizarán a agricultores -adultos mayores- con el propósito de conocer cómo se ejecutaba la agricultura en una época donde el país producía la mayoría de los alimentos que se consumían. Según explicó Pagán Jiménez, el proyecto posee gran importancia dado que este conocimiento no se ha documentado previamente. Asimismo, se busca que las comunidades sean quienes entrevisten a los adultos mayores y que los datos resulten de utilidad para futuras investigaciones en disciplinas como historia, agronomía y sociología.

El tercer proyecto consiste en la creación de un herbario vivo de etnobotánica caribeña. En otras palabras, se busca crear –en el patio interior de la Facultad de Ciencias Sociales– un pequeño jardín en que se exhiban cerca de 45 especies de plantas caribeñas que fueron importantes en la época precolombina. La exhibición pretende ofrecer un recorrido educativo por la historia de la alimentación vegetal en Puerto Rico hasta la llegada de los europeos.

Varias filas de mazorcas de maíz colocadas sobre una mesa.Por otro lado, Pagán Jiménez añadió que se están desarrollando otras colaboraciones e investigaciones con los departamentos de Sociología y Antropología, con la Facultad de Ciencias Naturales y con el Recinto de Utuado de la UPR. 

Pagán Jiménez –quien es antropólogo y ha trabajado en países como Ecuador, Holanda y Francia– reconoce que es complejo hallar solución a todos los problemas que produce la inseguridad alimentaria en Puerto Rico. A diferencia de otras épocas, el país no produce la mayor parte de su alimento y eventos como los huracanes y la pandemia han reafirmado la vulnerabilidad de la isla. Sin embargo, mediante las iniciativas que se generen desde el laboratorio se pueden desarrollar propuestas que faciliten mejoras puntuales a la soberanía alimentaria del país.

“No podemos negar que tenemos una crisis alimentaria en Puerto Rico. […] Al día de hoy, si estos eventos [naturales] ocurren nuevamente ya no podemos responder tan rápido. Incluso, sin eventos atmosféricos potentes, hay grandes sectores en Puerto Rico que viven en vulnerabilidad, o sea que no tienen seguridad alimentaria”, enfatizó Pérez Jiménez. Por lo cual, la alimentación debe representar un tema prioritario en la isla. Según indicó el profesor, a través de la educación, la investigación y la reconexión con el campo pueden darse los primeros pasos para hacer la diferencia.

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