13 de noviembre de 2020
Durante los pasados días la Administración de nuestro Recinto -a través de la Oficina de Conservación de Instalaciones Universitarias (OCIU)- se vio en la necesidad de talar algunos árboles debido al inminente peligro que representaban para nuestra comunidad universitaria, por estar enfermos y sin la menor posibilidad de recuperación -a pesar de múltiples esfuerzos y cuidados- debido a los severos daños provocados hace ya tres años por el paso de los huracanes Irma y María.
Reiteramos la prioridad que tiene para nuestra institución el valioso acervo ecológico con el que tenemos el honor de cotidianamente convivir, recurso que celosamente cuidamos y en cuyo mantenimiento se invierten considerables recursos, para lo que contamos con una persona a cargo del área de Ornamentación y un arborista certificado -la arquitecta Ana Corujo y el señor André Sanfiorenzo, respectivamente-, quienes ponen todo su empeño y experiencia para proteger esa riqueza arbórea que es uno de los atributos distintivos de nuestro recinto.
Tanto la arquitecta Corujo como el señor Sanfiorenzo hicieron lo imposible por salvar la vida de esos árboles, pero su deterioro -tanto externo como en sus raíces- provocó que todos los esfuerzos resultasen infructuosos, con ramas secas, muy pesadas y al borde del desplome, obligando a tomar la decisión de talarlos para proteger la integridad física de quienes transitan por las áreas en las que se encuentran, siempre en sintonía con las guías de la International Society of Arboriculture (ISA). Cabe mencionar que se dejarán las huellas de varios de estos árboles para el anidaje de las aves que los frecuentan.
Asimismo, nuestro Recinto evalúa los árboles nativos más idóneos para resembrar, según las condiciones de las áreas.