El 100% de coquíes respondió muy bien a la técnica de monitoreo a la que se sometieron.
19 de octubre de 2021
Marcar coquíes juveniles para monitorearlos es un reto mayor. Su delicada piel, pequeño tamaño y frágil estructura imposibilitan el uso de técnicas comunes durante esta etapa. En otras especies de anfibios suelen usarse microchips del tamaño de un grano de arroz, sin embargo, este tamaño todavía es muy grande para los pequeños juveniles de coquíes que llegan a medir menos 1/8 de pulgada.
En algunos estudios de monitoreo de coquíes juveniles se emplean técnicas de marcaje agresivas como la de cortar parte de los dedos. Esta técnica es dolorosa y de alto riesgo llegando al punto en que muchos pueden morir. El riesgo aumenta cuando, además de manipularlos para la técnica de marcaje, al mismo tiempo se toman muestras de microorganismos de su piel con hisopos que pueden lastimarla o romperla.
Janelle Peña Jiménez es una joven recién graduada de maestría en biología de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras. Durante su estudio, asesorada por la doctora Patricia Burrowes, buscó una alternativa menos traumática para el marcaje de coquíes juveniles. Se trata de la introducción de un elastómero, un compuesto de silicona que contiene un pigmento fluorescente. Esta técnica ya había sido usada en coquíes adultos. Esta técnica permite que durante el trabajo de monitoreo en campo se pueden identificar por su fluorescencia.
“En el monitoreo se atrapan y se busca la marca usando luz ultravioleta. Los coquíes deben ser marcados en el muslo cuidadosamente. No es bueno dejarse viendo la marca fluorescente, ya que pueden ser más vulnerables a predadores que ven esta fluorescencia” -Comentó Janelle
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Herpetology Notes. El elastómero se inyecta con una aguja muy fina debajo de la piel del coquí. Este es líquido a temperaturas frías y se transforma en un sólido elástico una vez llega a temperatura de ambiente.
El experimento se diseñó en el laboratorio y la ranita juvenil seleccionada fue el coquí común. Janelle creó un ambiente adecuado para que los coquíes juveniles estuvieran en condiciones adecuadas de luz, humedad y ventilación. Ella nos contó que alimentaba sus coquíes con mosquitas provenientes de otro laboratorio.
El experimento se realizó tres veces en grupos juveniles diferentes y sus resultados mostraron que el 100% de los individuos sobrevivió al elastómero, a la manipulación y a los hisopos con los que analizaron microorganismos.
“En realidad el coquí común es como un perrito sato. Goza de una variabilidad genética grande y esto es lo que creo que los hace que sean tan fuertes”, resaltó Janelle.
Los resultados de este estudio establecen bases importantes para continuar con otros. Ahora se pueden marcar los coquíes en sus diferentes etapas, incluyendo los juveniles. El monitoreo en todas las etapas permite conocer el crecimiento poblacional y saber si llegan a adultos. Asimismo, monitorearlos de esta manera arrojará información sobre cómo les afectan las enfermedades, los huracanes, las sequías y la fragmentación del bosque. De esta forma se podrán tomar decisiones informadas para proteger a esta especie representativa de Puerto Rico y evitar que ingresen a las categorías de riesgo definidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).
Janelle comparte día a día sus conocimientos desde el Museo de Zoología de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Como parte de este equipo, comparte su pasión por la naturaleza con cientos de estudiantes. Esta joven científica y educadora nos contó que antes de la pandemia atendían sobre 1,500 estudiantes en un año.
Janelle no representa el estereotipo común de un científico. Ella es una joven que disfruta de sus ratos libres bailando salsa y tocando trompeta. Nos contó que hace muchos años quiso estudiar medicina después de la pérdida de un familiar muy cercano, hecho que la empujó a querer incursionar en el sector de la salud. No obstante, durante sus estudios subgraduados se enamoró de la zoología y es tanta su pasión que hoy le dedica parte de su tiempo libre a compartirla con la comunidad.
Por Bonny M. Ortiz Andrade