5 de diciembre de 2016
San Juan- El brillo en sus ojos y la sonrisa cálida de sus labios contrastan con la seriedad de su trabajo profesional y estudiantil. Lleva más de quince años en la Isla, en Ciales para ser precisa, pero su español es casi igual al del estereotípico norteamericano recién llegado a Puerto Rico por viajes de negocios. Sin embargo, la palabra que se pierde en su spanglish aparece en su rostro; dentro de su frustración por no dominar completamente el idioma, siempre encontrarás el mensaje que quiere transmitir en su mirada.
Es fácil sentir aprecio por Joseph Alexander Barnes, estudiante de segundo año de medicina en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. Su background es uno lleno de contrastes que, a simple vista, lo menos que provocan es pensar en la frase “Futuro Médico”: viaja desde Ciales todos los fines de semana, donde vive en una finca junto a doce hermanos, su madre, un sembradío de chinas, sus perros y varias cabras.
Fue un chico homeschooled, su mamá le dio clases a él y a sus doce hermanos hasta su bachillerato, que no es en ciencias sino en Artes Liberales. Aun así, Joseph entró a la escuela de medicina más competitiva del país, al programa MD/Ph.D en colaboración con MD Anderson Cancer Center (MDCC), donde este verano trabajó en una investigación donde se buscan desarrollar técnicas innovadoras para suprimir la formación de tumores cancerosos en los ovarios.
Al preguntarle por qué estudio medicina se transforma en un niño ante mis ojos. Tiene el brillo de quien descubre un mundo nuevo, lleno de oportunidades y lo trata con la inocencia del que aún no ha sido influenciado por el miedo adulto aunque tiene 25 años.
“Mi deseo empezó hace como diez años atrás. Yo quiero servir a otros y a la misma vez me gustan los retos mentales. Cualquier cosa que es un reto mental me gusta y la medicina es un blend combina servir a otros a la misma vez que hay oportunidad de desarrollar un intelecto más profundo y mantenerlo por el resto de tu vida. Esas son las principales razones para estudiar medicina”, explica Joseph.
Como parte del deseo insaciable de retar su mente, hizo su bachillerato en Artes Liberales de manera autodidacta en Thomas Edison State University.
“Yo quería entrar al Recinto de Ciencias Médicas, pero antes quería desarrollar mis otros intereses en literatura, historia, economía, ciencias políticas; de todo eso me interesa. Aunque ahora estudio medicina es algo que yo quiero mantener por el resto de mi vida. Me quiero mantener leyendo textos, es como un hobby. Cuando quiero relajarme quizás quiero aprender otro idioma, empecé alemán. Educarme es mi hobby”, sentencia Joseph.
A lo largo de nuestra conversación noté que su deseo de ayudar es genuino. Su voz registra una nobleza que no sentía en mucho tiempo. Al hablarme de su participación en el programa UPR/MD Anderson Cancer Center Partnership for Excellence in Cancer Research su actitud risueña cobra una inflexión un poco más formal.
Joseph trabajó durante dos meses con el doctor Gabriel López-Berestein, profesor en el Departamento de Terapia Experimental del MDCC, en una investigación que busca encontrar el papel del micro ácido ribonucleico (miRNA) en el desarrollo y supresión de tumores cancerosos en el ovario. Su voz baja de tono:
“Por tres o cuatro semanas tuve la oportunidad de trabajar con experimentos. Hay buena indicación que el RNA pueda ser un factor para suprimir el desarrollo de cáncer de ovario. The cancer cells, after an eleven day incubation period, were transvected and showed that growth was inhibited…Sorry about that”, dice entre risas.
Hasta ahora la investigación muestra resultados prometedores. Según me cuenta Joseph, el micro RNA que seleccionaron para trabajar en el experimento mostró evidencia de que inhibe el crecimiento de tumores y su migración. La alegría retorna a su voz al recordar su experiencia en MDCC.
“Fue una experiencia única para mí, me encontré con facilidades impresionantes, con gente brillante que me podía educar mucho”.
Como quien tiene la confianza de una meta trazada, asegura que el próximo año planea regresar a la institución establecida en Houston para completar su grado de doctor en Filosofía.
Sin embargo, su futuro tras obtener sus grados no está decidido. Joseph tiene clara la situación económica en la isla y el hecho de que muchos estudiantes, residentes y doctores han migrado a los Estados Unidos en búsqueda de estabilidad. Pero hay algo que no le permite irse de la isla, un pedazo de tierra cialeña que su abuelo le regaló a su madre:
“La situación es muy difícil en Puerto Rico. Actualmente mi familia se está mudando a Texas, pero nuestro terreno en Ciales es algo que yo quiero preservar y yo no sé qué decir ahí. La gente dice que en Texas hay un futuro más seguro, pero es difícil para mí dejar ese terreno donde crecí, mi familia y mis amigos acá. Así que no quiero decir nada”, su silencio es profundo.
Luego de nuestra conversación no pude evitar llevar una sonrisa todo el día, la vibra de Joseph es contagiosa.