5 de junio de 2017
San Juan– Nueva evidencia sugiere que si se interviene antes de los tres años de edad, la manifestación progresiva del autismo se reduce. Esto, según un análisis realizado por el Proyecto de Autismo de la Escuela de Profesiones de la Salud (EPS) del Recinto de Ciencias Médicas.
De acuerdo con el estudio, el crear una estrategia muy temprana de ejercicios diseñados específicamente para tratar la condición podría ayudar en el desarrollo de patrones mentales, de comunicación, de conducta y sociales que lograrían que el andarín afectado por la condición se desempeñe con más normalidad en la sociedad.
“Los andarines con autismo tienen problemas para lograr la conectividad entre zonas del cerebro. Para poder decir el nombre de lo que ves tienes que usar las zonas lingüísticas, verbales y visuales; muchos niños con autismo no pueden conectar las cosas que oyen, ven o tocan. Por esto tenemos que lograr la intervención temprana hasta que estos niños empiecen a usar el cerebro de manera adecuada”, explicó el doctor Nicolás Linares Orama, director la Clínica de Cernimiento del Proyecto de Autismo.
Según el doctor, para lograr obtener resultados positivos, se tienen que dedicar 20 horas semanales a la terapia motora, social, cognitiva, y comunicológica en un esfuerzo conjunto entre familiares, maestros y clínicos. “La terapia tiene que ser intensa, consistente, estructurada y funcional. Todas las actividades del día deben de utilizarse para el desarrollo de patrones, además debe haber consistencia entre mamá, papá, abuelos, educadores y terapistas en cuanto a los objetivos y las actividades a utilizarse”, apuntó.
¿En qué consiste la intervención temprana?
Los esfuerzos de intervención temprana consisten en múltiples sesiones de terapias interprofesionales con participación activa de las familias, donde se estimula al andarín a mejorar su conducta y poder usar patrones adecuados. Esto debe ocurrir al menos por 3 horas diarias. Linares aclara que dentro del tratamiento se practica la terapia del habla y lenguaje, terapia sicológica, terapia ocupacional y terapia física usando estrategias prácticas como la jardinería y las artes manuales.
“Si se practica esta intervención se puede tener una conducta más aceptable. Siempre van a ser individuos con autismo, pero a la medida que esta ayuda se dé, vamos a tener menos problemas sociales luego”, clarificó el doctor.
En adición a la terapia tradicional, el también catedrático de la EPS señala que se pueden practicar deportes adaptados como complemento a la terapia para así desarrollar las áreas sensoriales, motoras y emocionales del cerebro. Entre las alternativas se encuentra el surfing adaptado, uso adaptado de patineta, circuitos psicomotores y los quehaceres del hogar como actividades de intervención. “Estos ejercicios activan el planeo motor, el pensamiento para resolver problemas, y la comunicación social; mejoran las conexiones entre las zonas visuales y las zonas motoras, emocionales y auditivas del cerebro de estos pequeñines. Además, se logra que el andarín se relacione con otras personas al llevar a cabo la actividad”, concluyó Linares Orama.
Si desea saber más sobre el autismo y su tratamiento se puede comunicar al Proyecto de Autismo de la Escuela de Profesiones de la Salud del RCM al (787)448-4671 o escribir a nicolas.linares@upr.edu/ac