La concentración y composición de hongos en interiores de Hogares afectados por inundaciones del huracán María, presentaron mayores concentraciones y diversidad.
Los hongos son organismos que pueden crecer en el interior del hogar si se presentan las condiciones ideales: presencia de material orgánico, poca circulación del aire y un ambiente cálido y húmedo. Debido a su tamaño microscópico, las esporas de estos hongos viajan por todo el aire y pueden, incluso, terminar en las cavidades respiratorias provocando asma, rinitis alérgica o alguna otra condición inflamatoria respiratoria.
Lorraine N. Vélez Torres, candidata a doctora en Microbiología del Departamento de Microbiología y Zoología Médica de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Ciencias Médicas (RCM), ha publicado recientemente una investigación que relaciona la concentración y diversidad de estos hongos en el interior de residencias puertorriqueñas después del paso del huracán María. El estudio, titulado Hurricane María drives increased indoor proliferation of filamentous fungi in San Juan, Puerto Rico: a two-year culture-based approach, se publicó en la revista científica Peer J: Life & Environment.
“Aquí en Puerto Rico tenemos unas concentraciones de hongo que, en el exterior [de las estructuras] son sumamente altas cuando se comparan con los Estados Unidos. Existen varias condiciones que propician el crecimiento de hongos, por ejemplo, la humedad, el calor del trópico, las inundaciones, los eventos atmosféricos y los desastres naturales que nos siguen afectando cada año. Estas condiciones dan paso a que estos hongos proliferen y tengamos hasta dos veces más esporas de hongos en comparación con los Estados Unidos”, comenta Vélez Torres.
El estudio contó con la colaboración del Dr. Benjamín Bolaños Rosero, catedrático asociado del RCM, director de las Estaciones de Detección de Aeroalérgenos del Exterior de San Juan y Caguas, y director de tesis de Vélez Torres. También colaboraron en el mismo el Dr. Humberto Cavallín, catedrático de la Escuela de Arquitectura del Recinto de Río Piedras de la UPR, la Dra. Filipa Godoy Vitorino, directora del Departamento de Microbiología y Zoología Médica de la Escuela de Medicina del RCM, el Dr. Félix E. Rivera Mariani del Colegio de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Larkin en Florida y los Dres. Kerry Kenny y Juan P. Maeste del Departamento de Ingeniería Civil, Arquitectónica, y Ambiental de la Universidad de Texas.
A diferencia de las investigaciones realizadas en los Estados Unidos, las cuales oscilan entre uno y seis meses luego del impacto ambiental, los investigadores de este proyecto tuvieron la oportunidad de estudiar los efectos a largo plazo.
“El primer muestreo se llevó a cabo en el 2018 y el segundo en el 2019, a 12 y 22 meses luego del huracán María. Para recolectar las muestras de hongos utilizamos un instrumento volumétrico que aspira cierta cantidad de aire. Para esta investigación utilizamos 60 litros de aire y dos tipos de medios de cultivo distintos, uno para todo tipo de hongos y otro específicamente para hongos xerófilos (de ambientes secos). Además, registramos los niveles de humedad y temperatura de las zonas estudiadas”, explica Vélez Torres.
“Seleccionamos una comunidad en un área muy pequeña de la ciudad, estamos hablando de 10 o 12 cuadras por 6 cuadras. La mitad de ese sector se había inundado y la otra mitad no. Hicimos mediciones en las casas que no sufrieron el impacto directo de las inundaciones y en las que sí”, añade Cavallín.
Los resultados de la investigación mostraron que, luego de un año del huracán María, en el interior de las casas que no se habían afectado por las inundaciones, hubo una presencia de hongos Basidiomicetos similar a la del aire del exterior. También comprobaron que, dos años luego del paso del huracán, las concentraciones de hongos fueron mayores en aquellas casas que sufrieron inundaciones en comparación con las casas que no recibieron ningún daño.
“Cuando vemos las casas afectadas por agua había una amplificación de especies de Aspergillus. Este tipo de hongo se encuentra asociado a daños por humedad o daños por agua luego de eventos de inundaciones. Además, tiene una importancia médica porque causa diferentes enfermedades respiratorias, inflamación, alergia, etcétera. Concluimos que el ambiente exterior contribuye muchísimo a lo que es el ambiente interior, en términos de los hongos que encontramos. Es de suma importancia, luego de un desastre, no solamente enfocarnos en limpiar y reparar el interior de la casa, sino también en los alrededores”, expresa Vélez Torres.
“Es la primera vez que, en Puerto Rico y el Caribe, se comparan los datos de hongos del interior con las mediciones que hacemos del exterior en la estación de aeroalérgenos de San Juan. Ahora tenemos no sólo el panorama de la atmósfera exterior de San Juan, sino también el panorama de la casa, eso es interesante y es la primera vez que se hace”, expone Bolaños Rosero.
“Una de las ventajas de haber tenido el servicio de detección de alérgenos del exterior por 17 años continuos, 24 horas, los 7 días a la semana, es que ya teníamos las temporadas y las tendencias de cada año. Pudimos ver claramente el impacto de María sobre el historial de esporas, fue impresionante, los niveles de hongo en el 2018 fueron los más altos jamás registrados en 17 años de trabajo. Afortunadamente, después del segundo año, comenzaron a bajar hasta regresar a la normalidad. Esta es la importancia de hacer este tipo de trabajo: le da un conocimiento a la sociedad de qué medidas preventivas tomar en ciertas épocas del año, por ejemplo, las temporadas de esporas”, agrega Bolaños Rosero.
La Estación de Detección de Aeroalérgenos lleva años educando en torno a esta labor y la prevención de condiciones inflamatorias respiratorias, como el asma. Su función es primordial, especialmente luego de un huracán, puesto que los escombros en los alrededores de las casas servirían como zonas de proliferación de hongos. A través de su aplicación, TOTAAL – Asthma and Allergies, el público puede acceder diariamente los niveles de aeroalérgenos que se reportan en la estación de San Juan.
“Las políticas de recuperación post daño tienen que reenfocarse en educar a las comunidades sobre las viviendas. Normalmente, se le orienta a la persona acerca de cómo cuidar la casa o qué hacer con los muebles, casi siempre que los deseche. Pero no veo que exista ese mismo énfasis a nivel de grupo de personas, de comunidad. Hace falta compensar ese discurso con uno que hable de la necesidad de trabajar como comunidad las áreas que, inclusive, a veces no tienen ningún propietario, por lo que se convierten en lugares para arrojo de desechos después de un evento atmosférico y terminan afectando a toda la comunidad”, resalta Cavallín.
La investigación fue financiada principalmente por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) bajo la subvención R21, otorgada para recolección de datos urgente luego de la catástrofe de María. Además, obtuvo el apoyo del programa MBRS-RISE del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, el Instituto Nacional de la Salud de las Minorías y las Disparidades de la Salud (NIMHD, por sus siglas en inglés), y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas Generales (NIGMS, por sus siglas en inglés).
Por
Ana Fernández Ruiz de Alegría, M.S., bióloga especializada en ingeniería biomédica, estudiante de doctorado en Educación en Currículo y Enseñanza en Ciencias de la UPR, Río Piedras y Ricardo J Pérez Burgos, biólogo, estudiante del Programa Graduado de Lingüística de la UPR en Río Piedras e integrante de la iniciativa de Comunicación Científica de la UPR.