Por Javier Valentín Feliciano (javier.valentin@upr.edu/ac)
Prensa RUM
viernes, 10 de septiembre de 2021
La estudiante graduada Paola Matos Ruiz, egresada del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), de la Universidad de Puerto Rico (UPR), fue admitida en agosto de este año a la Escuela de Medicina de Harvard University. Se graduó del Departamento de Biología en el año 2018 y actualmente está radicada en Boston, Massachusetts con el propósito de cumplir su sueño de convertirse en doctora en Medicina. La colegial, quien recibió el premio Luis Stefani Raffucci por culminar su bachillerato con promedio perfecto, relató en una entrevista a Prensa RUM su experiencia en esta institución tan prestigiosa. Según narró, todo comenzó cuando estudió en el Colegio de Mayagüez, porque siempre lleva a Puerto Rico en su corazón.
¿Cómo surgió la oportunidad de estudiar en una institución como Harvard University? ¿Qué te motivó a solicitar?
En mis años en el Colegio tuve la oportunidad de realizar varios internados de verano, dos de ellos fueron en la Universidad de Harvard, donde realicé investigación en ciencias básicas en dos departamentos diferentes. No creía que iba a lograrlo porque es una institución bien prestigiosa y reconocida a nivel mundial, es difícil entrar y no me lo esperaba. Completé otros tres años para uno de sus laboratorios. Más adelante, adquirí esa madurez científica que es una base fundamental para estar mejor preparada.
¿Quiénes fueron tus mentores en el Recinto que te encaminaron en esa meta científica?
Uno de mis mentores a quien le tengo mucho respeto es el doctor Juan Carlos Martínez-Cruzado, que enseña en el Departamento de Biología, quien fue una pieza esencial en mi formación académica y como científica. Tuve la oportunidad de hacer investigación con él. Me enseñó mucho en sus clases. Los cursos de Biología Molecular y en Genética Molecular y Mendeliana, me ayudaron mucho al punto que tomé otras que no formaban parte de mi currículo. Estas dos semanas que llevo estudiando Medicina, fue como volver a encontrarme en su salón de clases. Me respaldó en la parte académica, científica y profesional. Otro de mis mentores de investigación en verano, fue la doctora Elizabeth Engle del Boston Children’s Hospital y la Escuela de Medicina de Harvard, con quien tuve la oportunidad de hacer trabajo investigativo por tres años. Me enseñó a cómo pensar críticamente y cómo formarme en ese aspecto. Me considero una estudiante de por vida, esto lo aprendí con el doctor Marِtínez-Cruzado, ese pensamiento siempre se quedó conmigo. Voy a ser una estudiante eterna que va a estar aprendiendo de diferentes campos, a cómo integrarlos y a buscar soluciones.
¿Cuál es el objetivo que tienes pensado y en qué te quieres especializar?
En mi primer año, el currículo es un poco acelerado, ya que tomamos todas nuestras clases en 14 meses. Durante mi segundo año, estaré haciendo mis rotaciones clínicas, también mi meta es enfocarme este primer año, que es esencial para cuando uno esté en la parte clínica. El tener un conocimiento básico de lo que ocurre detrás de una sintomatología del paciente puede ayudarme mucho. Por lo tanto, me gustaría ver y descifrar qué especialidad quiero escoger. Tengo en mente estudiar neurología, o alguna disciplina relacionada con la neurociencia, neurocirugía, neurología pediátrica, genética clínica, porque me encanta la genética. La genética es la base de muchas ramas y si tengo un buen entrenamiento, puedo estudiarlas a través de esos lentes. A largo plazo, me gustaría entrenar en genética, pero también en una rama en que pueda aplicar ese conocimiento genético. Además, deseo involucrarme en las organizaciones universitarias, de manera que pueda abrirle paso a otros puertorriqueños y más estudiantes de la Universidad de Puerto Rico para que estudien aquí.
Cuando estuviste en proceso de solicitar, ¿cuáles entiendes que fueron los requisitos más fuertes que tiene Harvard University al momento de aceptar un estudiante?
Existe un componente académico, en el que uno tiene que demostrar que puede cumplir con la carga académica, así que tener un buen promedio es importante. También, lo es tener un buen resultado en el MCat, que es el examen de admisión. Creo que lo más importante no es la experiencia, sino lo que uno aprendió y cómo lo comunica. Hay que demostrar una disciplina y un historial académico sobresalientes, y ser uno mismo. Lo demás consistirá en cómo uno se desenvuelve en la entrevista.
Durante los tres años antes de entrar a la escuela de Medicina de Harvard, ¿qué aprendiste?
Estuve haciendo investigación en el laboratorio como asistente investigativo de la doctora Elizabeth Engle relacionado con la neurociencia, investigando el desarrollo de los nervios cranianos y cómo entender los desórdenes con el movimiento de los ojos. Creo que esos años fueron críticos para mí para someter mi solicitud y hacerla más competitiva. A las dos semanas de la graduación, ya tenía el trabajo, lo acepté de inmediato.
Cuéntame, ¿cómo completaste tus estudios de bachillerato y qué te motivó a solicitar en el RUM.
Cuando estudiaba en el Colegio San Agustín en Cabo Rojo, siempre me había interesado la ciencia. Mi mamá es tecnóloga médica, de pequeña siempre me hablaba sobre los microscopios. Mis experiencias de niñez fueron en la finca con mi papá que es criador de caballos de paso fino; eso me ayudó. Mi pasión por la genética surgió en esa época. Solicité admisión en 2014 para Biología, porque mis experiencias de niñez y mi mamá y toda esa influencia, pues sabía que escogería una disciplina afín con las ciencias. No tenía claro si quería estudiar Medicina o Veterinaria, pero me ofrecía la opción de irme por cualquiera de los dos campos. Además, solicité porque el prestigio del Colegio es increíble.
¿Qué otros profesores te influenciaron? Cuéntame también las anécdotas que viviste como colegial.
El profesor Rafael Montalvo, con quien fue excelente tomar el curso de Microbiología con él. La clase de Evolución con el profesor Fernando Bird, en mi último año. La doctora Vivian Navas, quien fue mi primera profesora de Biología y fue muy especial, porque me introdujo a solicitar los internados de verano. Si no hubiese sido por ella, quizás no lo hubiera tenido esta trayectoria que tuve en el Colegio. Ella insistía mucho en que solicitáramos, entonces todos los veranos venía a los Estados Unidos y hacía investigación. Me la pasaba siempre en el edificio de Biología, pertenecí al programa de Marc, de investigación del Colegio por dos años. También formé parte de la Sociedad Nacional de Honor de Biología, en donde me desempeñé como vocal uno de los años y estuve trabajando en la directiva.
¿Qué recomendación le haces a estudiantes que quieran seguirte los pasos?
Para mí lo más importante es darse la oportunidad de explorar. Los internados de verano me proveyeron la experiencia única de adquirir nuevos conocimientos y conocí a otros mentores fuera del Recinto que me ayudaron a llegar a la meta y me dieron una voz. El primero lo hice en el Jackson Laboratory for Genomic Medicine, en Connecticut, en verano cuando terminé mi primer año en el Colegio. Luego, realicé otro en el Amgen Scholars Program, ese fue el primer internado que hice en Harvard. Mi tercer año lo hice en Howard Hughes Medical Institute en Harvard Medical School Fellowship. Este último, me abrió las puertas para solicitar admisión a la Escuela de Medicina.
¿Qué otras metas tienes en consideración?
No importa dónde esté, así sea al otro lado del mundo, siempre llevo a Puerto Rico en mi corazón, y que el trabajo que esté haciendo ayude a mi país. Todavía no sé cómo voy a hacerlo, pero desde la diáspora estoy buscando la manera de ayudar a mi isla. Tampoco descarto la posibilidad de regresar después de terminar mi entrenamiento.