Por Myrna Liz Rodríguez Marrero
Hospedarse una semana en una finca orgánica a los pies del Yunque en Río Grande fue tiempo suficiente para que Roberto López López se convenciera de ser vegetariano. La agroecología llegó a su vida en el 2014 cuando aprendió que comer no es lo mismo que alimentarse y comenzó a aplicarlo en su diario vivir.
Fue en la Finca María Elisa en Río Grande donde dio los primeros pasos en el mundo de la agroecología. El joven de 25 años y oriundo de Cayey, aprendió el verdadero compromiso con los alimentos sanos para el cuerpo e inofensivos para la tierra.
“Ella era vegetariana. Eran muchos granos, germinados, hierbas, hojas y pues también servía las hojas primero y era un montón. Yo sentía que eso me llenaba y yo decía “contra no está tan malo, creo que puedo ser vegetariano” y cuando viré de allá para mi casa en Cayey yo decía que era vegetariano y le decía todo el mundo que no me dieran carne…”, expresó el cayeyano.
López aumentó su conocimiento en el área de la agroecología cuando en el verano del 2014 tomó un curso en la Finca el Josco Bravo localizada en el pueblo de Toa Alta. El curso se reunía todos los martes y consistía en trabajar un huerto en la mañana. Luego, al mediodía los participantes tenían un compartir de comida y en la tarde se les ofrecía una clase teórica. Allí aprendió a: romper el suelo, hacer semilleros, a sembrar e incorporar composta.
“Previo a eso, pues se puede decir que estaba buscando mucha información y había comenzado a hacer composta en mi casa en Cayey y había sembrado varios palitos y zanahoria. Pero más bien, fue así que comencé a conocer a todo el movimiento y a aprender verdaderamente sobre la agroecología…” comentó López.
El joven agricultor y estudiante de Administración de Empresas y Mercadeo se unió a la generación de personas dedicadas al cultivo de la tierra de forma orgánica, sin fertilizantes, herbicidas o pesticidas químicos. Es precisamente ahí donde estriba la diferencia entre la agricultura y la agroecología. Mientras la primera podría recurrir al uso de fertilizantes, la segunda se dedica a involucrar al ser humano con la naturaleza. La experiencia en la Finca María Elisa le permitió establecer un compromiso genuino con el equilibrio del medio ambiente y su salud.
“Ella más bien trabaja con el sistema de woofing, eso es una organización que si tú tienes una finca te envía personas que van a ser voluntariados y tú les provees el hospedaje y la comida sin paga. Esas personas lo están haciendo por ayudar a tu finca y por aprender. Ella más bien trabaja eso. Yo la conocí en una actividad y ella me dijo, pues te voy a tratar como un woofer, te voy a dar el hospedaje y todo lo demás y tú me ayudas y aprendes,” narró el joven de 25 años.
En febrero de este año el joven se integró al Huerto Semilla del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP), localizado en el Departamento de Bellas Artes. Este proyecto es una iniciativa del Colectivo Agricultura Universitaria por una Urbe Fértil (AUUF). El grupo que compone el huerto es multidisciplinario y abarca desde estudiantes, profesores y personas externas al Recinto como es el caso de López. La idea principal es reactivar el espacio que anteriormente era un huerto, pero estaba deshabilitado.
“Principalmente es demostrar el poder agroecológico, las posibilidades y motivar a que sembremos en distintos espacios. Somos todos jóvenes con poca experiencia y yo si te puedo decir que soy el más experiencia que tiene porque tuve el curso completo y trabajé en una finca seis meses y pues he sembrado intermitentemente”, agregó el residente ríopedrense.
La mayoría de los miembros del Huerto Semilla se están iniciando en el tema de la agroecología. Este semestre la AUUF se encuentra en un proceso de capacitación, planificación cultivos y adquisición de materiales y herramientas. El colectivo ha donado de sus cosechas al Comedor Social el cual opera diariamente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UPRRP. Por lo pronto, el cayeyano aspira aportar su conocimiento a los jóvenes que recién se inician en este campo.
“Creo que puedo aportar con comenzar un huerto porque me gusta el formato del curso que yo tomé y creo que eso siempre debe ser un excelente formato para comenzar un curso. Quiero aportar ese aspecto y hablarles del suelo, la estructura, los microorganismos. El Josco Bravo te enseña todo y eso es lo que quiero, dar un curso completo que las personas salgan con todas las herramientas”, aseveró.
Comida Restaurativa
López no solamente se ha dedicado a aprender sobre agroecología sino que también ha creado su propio negocio. Comida Restaurativa es la propuesta que ha llevado directamente desde el huerto al plato de muchas personas que se han dado a la tarea de degustar sus famosos “veggie burgers”.
“…desde siempre quería montar mi propio negocio… y pues necesitaba que lo que me estuviera generando dinero pues yo sintiera que estaba aportando algo también que no estuviera haciendo más daño que bien. Entonces siendo vegetariano y comprando veggie burgers noté que no había mucha variedad que no se hacían de aquí, que no se utilizaban las cosechas de aquí para hacerlos y vi un mercado vi una posibilidad”, sostuvo el joven.
La receta nació después de varias pruebas en su casa y sus amigos más cercanos, los cuales no eran vegetarianos, fueron los primeros testigos del resultado. Ellos le fueron confirmando a López lo que debía mejorar. El lanzamiento de este experimento duró tres meses y luego inició en el mercado para ofrecer una nueva receta de veggie burgers. Al unirse al Mercado Natural Agrícola de Viejo San Juan le exigieron que el 80 por ciento de los productos que utilizara debían ser orgánicos.
“Yo antes de eso no me había puesto a practicar con todos los ingredientes orgánicos porque pensaba que no era posible que todo fuera orgánico, que iba a ser muy por encima el precio. Entonces, cuando me dijeron eso pues les dije déjame ver… Yo quería hacer el balance de una buena calidad de ingredientes y un precio accesible y pues eso me obligó a hacer el estudio y rediseñar la receta porque la receta era distinta,” explicó el empresario.
La receta de los burgers varía, pero siempre se mantienen presentes las lentejas, la quínoa, la avena y el aceite de coco. Cada semana los veggies pueden estar hechos de diferentes verduras que abarcan desde: la batata blanca, amarilla o mameya, la yuca, yautía, malanga, guineos verdes, plátano maduro, pepinillos, pana, calabaza, habichuelas negras y rosadas cultivadas en la isla. La propuesta es realizar todos los días un producto saludable y eco amigable. Actualmente el joven de 25 años compra sus productos a agricultores agroecológicos locales.
Al inicio el pequeño empresario se dedicaba a vender las Sodas naturales del Otao. Estas se realizan con frutas cultivadas en una finca del barrio Palmas de Utuado. Lo que diferencia estas sodas del resto es que son carbonatadas naturalmente a través de diferentes procesos de fermentación y utilizan probióticos.
“…yo entiendo hoy día que la mayoría de esta población tiene un desbalance de la micro flora ya que no ingiere lo necesario para que esa micro flora este ahí viviendo feliz y desarrollándose como se supone. Parte del enfoque que quiero ahora… es hacer distintos fermentos y los germinados. Yo quiero cambiar las papitas, los chips, por los germinados crunchy y entonces también las sodas junto con la comida de buena calidad, es una comida restaurativa,” destacó.
Restaurar la vida alimenticia de las personas vegetarianas y de aquellas que no siguen este estilo de vida es el enfoque principal de este joven visionario. Por otro lado, López se visualiza a futuro involucrado en proyectos como el Huerto Semilla, creando su propio huerto y utilizando sus cosechas para su propio negocio.
“Es lo más que me cubre los pensamientos porque yo pues siento una preocupación bien grande por la sociedad, verdad, porque soy parte de ella y quizás algo que parezca que no me afecta a mí y afecte a los demás y si va a terminar afectándome a mí y eso es lo que la gente no entiende…,” recalcó.
Por el momento, está comercializando sus veggie burgers en la UPRRP y se mueve entre las Facultades de Ciencias Naturales y Humanidades. Ahora cuenta con servicio de entrega en bicicleta y aspira poder llegar a todo el Recinto para continuar restaurando muchas vidas más.